lunes, 23 de junio de 2014

Mi querida traición

Y de repente otra puñalada llega a mi espalda. Pero no ha terminado, aun me llegan dos más y todas alcanzan mi corazón destrozándolo en pedazos y me caigo al suelo. Intento quitármelas, pero son demasiado profundas y no me quedan fuerzas ni para moverme. Siento cada vez más el dolor recorriéndome el cuerpo y el suelo se mancha de mi sangre. 

Veo a alguien entrando, sin duda es él. Me mira con cara de sorprendido como si no supiera por qué me ha pasado esto, pero miente. Sus manos empiezan a llenarse de sangre sin saber por dónde sale mientras se ríe. Ha sido él. Me levanta y me agarra del cuello intentando ahogarme, pero enseguida me suelta y me caigo otra vez al suelo, esta vez me quedo de rodillas.

Se vuelve a acercar a mí y me levanta la cabeza, para decirme que no me ahogó gracias a una parte de él, sé que no es verdad. En sus ojos, puedo ver lo que realmente piensa. Para qué acabar conmigo cuando puede verme sufrir.

(Me gustaría dejar claro, para que no penséis una idea equivocada, que este tipo de entradas las hago en forma de metáforas y demás, para que así a través de ellas veáis la idea principal, como es en este caso algún ser querido que te hace daño continuamente con sus palabras y que no se arrepiente)

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